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Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo, unos novios bohemios en la corte de Mónaco

31 Ago 2022 | REALEZA

Los protagonistas que hoy celebran su noveno aniversario de boda son Andrea Casiraghi, hijo de la princesa Carolina de Hannover, y Tatiana Santo Domingo, socialité colombiana.

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Su boda civil se celebró en el Palacio de Mónaco el 31 de agosto de 2013 y, como era de esperar, a pesar de los deseos de los novios fue todo un acontecimiento mediático. Fue la antesala de la celebración religiosa en el complejo suizo de Gstaad, necesaria para acceder a los derechos dinásticos.

Tatiana Santo Domingo Rechulski nació el 24 de noviembre de 1983 en Nueva York. A los dos años, la familia se mudó a Ginebra (Suiza), donde Tatiana vivió hasta los 15 años. Su primera etapa educativa fue en la Escuela Internacional de Ginebra, una institución privada de gran prestigio internacional, donde también se formaron los hijos de la infanta Cristina.

Pasó por varios internados: el exclusivo Institut Le Rosey, la escuela suiza más antigua, fundada en 1880, y el Liceo Jeanne d´Arc Saint-Aspais de Fontainebleau, donde tuvo a Carlota Casiraghi como compañera de aula. Fue Carlota quien le presentó a Tatiana a su hermano mayor, Andrea.

En 1990 ambos perdieron a sus respectivos padres, un dolor compartido que sin duda les ha unido aún más como pareja. Pero a los 19 años el joven más atractivo y deseado del panorama royal del momento no asimiló bien la pérdida e intentó superar la temprana muerte de su padre con juergas desatadas en el Principado, amores, infidelidades y escándalos. Sonado fue su affaire con la bella española María Jurado cuando salía con la multimillonaria alemana Caroline von Sattanffenberg.

Tatiana, fiel a su personalidad equilibrada y tranquila, supo entender y moldear poco a poco al enfant terrible del Principado. De ser un joven de aspecto desaliñado, rebelde, inmaduro y mujeriego, el jaranero oficial de los Casiraghi en las alocadas fiestas de Ibiza, el Principado y Gstaad, ha pasado -en la actualidad- a ser un feliz marido y ejemplar padre de familia, sereno y estable, con una vida de lo más discreta ante los medios.

Después de ocho años, y antes de comprometerse en 2012, decidieron irse a vivir juntos a un apartamento en París, hasta que anunciaron que estaban esperando su primer bebé. Al anuncio le siguió un oportuno comunicado oficial del Principado publicado en el diario Nice Matin, firmado por SAR la Princesa de Hannover: “Estoy encantada de anunciar el compromiso de mi hijo, Andrea Casiraghi, con la señorita Tatiana Santo Domingo”. 

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Tres días antes del enlace, empezó oficialmente la despedida de solteros La agenda nupcial de Tatiana empezaba  con una fiesta de aire bohochic flower power en el yate de su futura suegra, con sus amigas, que serían sus damas de honor: Carlota Casiraghi (intentado –sin éxito- esconder su avanzado embarazo), Dana Alikhani (socia de Tatiana en la empresa de moda Muzungu Sisters), Eugenie Niarchos (una de las mejores amigas de la hija de Carlota Casiraghi), Bianca Brandolini (it-girlsocialité y aspirante a actriz italiana), Alexia Niedzielski, Lauren Santo Domingo (esposa de su tío, Andrés Santo Domingo) y Olympia Scarry, entre las más conocidas. Todas vestían diferentes diseños de encaje blanco con coronas de flores, de las que Tatiana es una gran entusiasta. El estilo hippy chic, debía ser el eje central de la discreta y exclusiva fiesta.

La protagonista combinó un vestido de Missoni con los colores de la bandera monegasca y una guirnalda floral como homenaje a una de sus mejores amigas, Margherita Missoni, quien no pudo asistir por su avanzado embarazo.

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Al día siguiente, se dirigieron al Montecarlo-Beach donde las recibieron con champán Rosé, para empezar la gran fiesta. Horas antes a la boda, la princesa Carolina invitó a sus hijos y a los amigos más cercanos al Pachá III; durante esta íntima reunión, la madre de Andrea dirigió unas emotivas palabras a su futura nuera y a su hijo que conmovieron a todos los presentes. Empezaba la cuenta atrás para el enlace más chic del año.

La ceremonia civil privada tuvo lugar en el Salón del Trono del Palacio Grimaldi, sin prensa. Duró alrededor de 45 minutos y contó con la presencia de unos 50 invitados del círculo más cercano a la familia.

Con un respeto a la intimidad como no se recuerda en Mónaco, solo se publicaron tres fotos oficiales del evento, enviadas a todos los medios de comunicación. En las invitaciones se indicaba expresamente que no se podían realizar fotos con cámaras propias o teléfonos móviles). La fiesta posterior, más relajada y ya sin restricciones, fue inmortalizada por los propios invitados y difundida en sus redes sociales.

Si algo le hubiese gustado a Carolina hubiera sido reunir en la boda de su primogénito a miembros de las casas reales europeas a modo de royal wedding, pero Mónaco no es una familia real sino principesca, y los novios lo tenían muy claro: querían algo personal y privado, con su familia y amigos íntimos, lejos del habitual boato que rodea este tipo de acontecimientos y de la típica cobertura mediática.

Nunca se había celebrado en el diminuto estado mediterráneo una boda tan austera. La pareja evitó toda ostentación y protocolo. La novia eligió un sencillo vestido blanco de la firma Missoni  (una de sus preferidas) con sandalias planas plateadas, melena suelta y tocado floral con inequívoco aire hippy, seguida de un Boston terrier llamado Daphne.

El novio por el contrario optó por un traje azul oscuro de innegable aire clásico con corbata y camisa blanca. Las damas de honor iban vestidas de Dolce & Gabbana.

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Tras la ceremonia se organizó un original cóctel en los jardines del Palacio al que asistieron alrededor de 250 invitados. Entre los muy seleccionados asistentes figuraban personalidades de la jet set internacional, multimillonarios árabes residentes en el Principado, celebridades del mundo político, económico y artístico, así como otros jóvenes jet setters que fueron llegando a pie, en taxi, en vehículos con chófer y hasta en moto, mientras algunos curiosos aplaudían a su entrada.

Al cóctel siguió una fiesta de ambiente bohemio chic, para los más jóvenes, al más puro estilo monegasco: repleta de lujos y a la sombra de las altas palmeras que rodean la piscina del Palacio. 

Una banda de rock y reggae actuó mientras los invitados se acomodaban en informales mantas de pícnic, instaladas en la ladera, y se hacían selfies con un atrezo de disfraces y pelucas. Diferentes grupos de música caribeña y africana continuaron amenizando la velada, hasta dar paso -en la pista de baile- a música soul, rock y pop.

Seis barriles de cerveza monegasca llegada desde la Brasserie de Mónaco fueron servidos como un guiño patrio, y al final se brindó con champagne por la felicidad de los recién casados y la promesa de reunirse dentro de cinco meses otra vez en la localidad suiza de Gstaad, donde se realizaría la ceremonia religiosa.

Por la noche, la pareja invitó a sus amigos y familiares a una divertida recepción en el Club Deportivo Monte Carlo. Para esta ocasión, Tatiana vistió otro vestido blanco de encaje, muy similar al de la ceremonia, mientras que Andrea se cambió al elegante esmoquin. 

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Andrea y Tatiana son padres de tres hijos: Alexandre Andrea, cariñosamente llamado Sacha, India Julia y Maximilian Rainier, como guiño al príncipe Rainiero.  Viven el Londres durante el invierno y se trasladan a la Costa Azul durante el verano. 

Tatiana y su amiga Dana Alikhani fundaron la firma de moda ética sostenible Muzungu Sisters , un nombre cargado de significado porque en suahili (lengua africana hablada sobre todo en Tanzania y Kenia) significa “hermanas viajeras”.  Ambas recorren el planeta en busca de diseños personalizados y respetuosos con la naturaleza, con un estilo que se inspira en los años setenta e incorpora chaquetas del alto Perú, pantalones gaucho de La Pampa o kaftanes marroquíes.

Por su parte Andrea no deja de participar en algunos actos oficiales, sobre todo relacionados con el mundo del motor.

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