Anna & Braulio: Novios mojados, novios afortunados.
REDACIÓN BOGA
Es en una boda cuando los novios revelan su lado más genuino. En este caso, sin tradiciones ni convencionalismos, fue una celebración llena de sorpresas y emociones, demostrando que el amor trasciende las normas y se manifiesta de mil maneras distintas.
Anna y Braulio se conocieron durante unas vacaciones en Galicia, y cuando decidieron casarse, lo tuvieron muy claro: querían hacerlo a su manera, sin etiquetas ni protocolos.
Un fin de semana mágico en Galicia
“Lejos de los cánones establecidos, fue una celebración espontánea, sin la rigidez de las formalidades nupciales. No hubo entrada al banquete, ni el tradicional baile con los padrinos y novios, ni la típica tarta de bodas.
Lo que realmente deseábamos era pasar un fin de semana rodeados de familiares y amigos, disfrutando de su compañía. Para mí, que soy de Barcelona, reunir a mis seres queridos en Galicia era un sueño hecho realidad”, comenta Anna.
La unión perfecta: amigos, familia y mucha diversión
“Las invitaciones eran sencillas, con un dibujo del lugar donde se celebraría la ceremonia. Los preparativos empezaron con la llegada de mis amigas de la Ciudad Condal. La comida en Cova da Xabreira sirvió como el preámbulo perfecto para que todas se conocieran en una celebración que prometía ser inolvidable.
La fiesta en La Casa de Jess, en A Rúa de Valdeorras, el pueblo donde paso mis veranos fue el broche de oro perfecto para la preboda. Mis amigas, con su toque gallego, organizaron una noche llena de sorpresas: los ritmos del DJ crearon un ambiente festivo, mientras un toro mecánico desafiaba a las más valientes. Mojitos y aperitivos añadían sabor al ambiente festivo en un jardín que se convirtió en pista de baile improvisada, donde la diversión se extendió hasta altas horas de la noche.
” ¡Cinco razones para sonreír! Estas imágenes, tomadas en momentos irrepetibles por amigos, son una auténtica dosis de alegría que demuestra que los mejores instantes se viven junto a quienes más amamos”.
Esa noche, mi casa se transformó en un refugio de risas y confidencias con mis amigas de Barcelona. A la mañana siguiente, un animado desayuno en el salón se convirtió en el escenario perfecto para conversaciones llenas de ilusión. Luego, todas nos dirigimos al Hotel Restaurante Pazo do Castro, donde se celebraría el banquete de la boda.
José María Peiró, Saint Laurent y la joya familiar
“Después de ultimar los detalles de las mesas, me preparé para vestirme con un conjunto de dos piezas, con escote halter y una gran capa, diseñado en el atelier José María Peiró. Completé mi look con unos zapatos color nude, atados al tobillo de Saint Laurent, Como toque especial, elegí un anillo familiar: Desde que decidimos casarnos, tuve claro que llevaría la sortija de zafiro que mi abuelo le regaló a mi abuela. Algo azul y usado. Además, ellos me acompañarían durante toda la ceremonia.
Poco después, Sara Rodríguez llegó para peinarme y maquillarme. Daniel Santalla, el fotógrafo, comenzó a capturar los momentos más especiales”.
Un toque de romanticismo: la lluvia como invitada especial
“Recuerdo estar en la habitación, sentada frente a la ventana mientras me maquillaban… ¡llovía a mares! Estaba diluviando. Quince minutos antes de salir, llegó mi padre. La intención era llegar en el descapotable, precioso y decorado Bendita Flor, la floristería que también diseñó mi ramo y se ocupó de toda la decoración del templo y el lugar de la fiesta”.
El cielo se abrió para nosotros: rumbo a la iglesia
“Mientras pensábamos un plan B, la lluvia, de repente, paró. Aun con el cielo cubierto de nubes grises que amenazaban con más lluvia, seguíamos indecisos. Sin embargo, mi padre, con determinación, me dijo: “Anna, vámonos, ya no va a llover más”. Así que no dudamos más: bajamos, secamos el Land Rover y partimos rumbo al Monasterio San Miguel De Xagoaza, en O Barco de Valdeorras, Ourense
Por el camino, nos encontramos con el coche de mis amigas de Barcelona, ¡tarde como siempre! Iban detrás de nosotros, tocando el claxon con entusiasmo”.
La lluvia quiso ser la protagonista
“Contra todo pronóstico, llegamos a la iglesia sin que lloviera. Fue un momento muy conmovedor caminar junto a mi padre, ver a Braulio esperando, impecable con un traje de Scalpers, y observar la emoción en los rostros de los invitados. Justo al comenzar la ceremonia, ¡el cielo decidió acompañarnos con un buen chaparrón!”.
Parecía una escena de un cuento; la pequeña ermita rústica y austera se había transformado en un espacio mágico. Adornado con vegetación y velas, creaba un ambiente íntimo y acogedor. La lluvia que caía afuera contribuía a que todo se sintiera más acogedor y cercano. Los allí reunidos en aquel pequeño espacio, junto al párroco, Don Jesús Álvarez, crearon una atmósfera inolvidable con sus ocurrentes comentarios”.
La ironía de la vida: de la lluvia al arroz
“Lo cómico de la situación resultaba evidente: justo cuando debíamos abandonar la iglesia, el cielo decidió concedernos una tregua. Salimos protegidos no de la lluvia, sino de los kilos de arroz que nuestros invitados nos lanzaron con gran entusiasmo”.
De la música al baile: una fiesta para todos los gustos
“Después de la ceremonia, la celebración continuó en el pazo, donde posamos por los alrededores y nos unimos a nuestros invitados.
No tuve más remedio que cambiarme rápidamente porque, después de salir de la iglesia y hacer las fotos en la montaña, la falda de mi primer vestido se ensució y mojó. Por eso, al llegar al restaurante, me puse la falda Winona Blanca de Panambi, un clásico de la firma que inicialmente estaba pensada para ponerme después de la cena, cuando comenzara la fiesta, pero terminó siendo mi look para casi toda la boda”.
Tras el aperitivo, amenizado por Pablo Balseiro, los asistentes disfrutaron de la cena y entregamos recuerdos a nuestros seres queridos. La fiesta cobró vida con la música del violinista Sergey May y la llegada de los animadores de Horaloca, quienes desataron la euforia con sus disfraces de pandas, juegos e hinchables.
A última hora de la noche, se sirvieron pizzas y churros para reponer energías”.
“Instantáneas, capturadas por amigos son un abrazo para el alma. Con mi hermano Daniel —en la imagen de la izquierda— la alegría se desborda. Con mi familia, cada momento es imborrable, y lo atesoraré por siempre”.
De izquierda a derecha: ¡Amistad y cumpleaños en una sola foto! Con Sofía, mi compañera de aventuras, y Nicole, la hija de unos amigos que nos robó el corazón. ¡Canción cantada, vela apagada y deseo cumplido!
Un fin de semana mágico, con un toque familiar
Para cerrar un fin de semana inolvidable, el domingo por la mañana nos despertamos en el pazo, nos encontramos con algunos de los invitados que habían pasado la noche allí, nos despedimos de quienes se marchaban, desayunamos con algunos de ellos y terminamos almorzando pulpo con mi familia materna, que había venido de Barcelona, en uno de los bares del pueblo”.
Japón y Maldivas: El yin y el yang de una luna de miel perfecta
Como viaje de novios, hicimos una ruta por Japón que incluyó las ciudades de Tokio, Kanazawa, Shirakawago y Kioto, antes de viajar a las Maldivas para descansar y desconectar en un entorno paradisíaco.
Fotografías: Daniel Santalla Estudio
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