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Carlos Felipe de Suecia y Sofía Hellqvist, venció el amor

13 Jun 2022 | REALEZA

Carlos Felipe, uno de los royals más atractivos de Europa, se enamoró perdidamente de Sofía en un club nocturno en Båstad, al sur de Suecia. Ella era una bellísima joven con un turbulento y oscuro pasado como actriz y modelo erótica, que incluso llegó a ser elegida “Miss Slitz 2004” por los votantes de la revista masculina sueca Slitz.

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Hoy nuestra atención se centra en el séptimo aniversario de la boda del príncipe Carlos Felipe, con la ex modelo Sophia Hellqvist. La pareja dio el ‘sí, quiero’ en la capilla del Palacio Real de Estocolmo, en una ceremonia oficiada por el obispo emérito, Lars Goran, asistido por el pastor Michael Bjerkhagen (los mismos que casaron a Magdalena, la hermana del príncipe).

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Al hecho de que las “referencias” de la novia no fueran las esperadas, se añadían agravantes como ser exconcursante televisiva del reality show Paradise Hotel (donde convivía con otros solteros y solteras en un hotel de lujo para encontrar el amor) y haber trabajado como stripper en clubes de Estocolmo y Nueva York.

“No me arrepiento de nada. Todas estas experiencias han hecho de mí la persona que soy, aunque a día de hoy no volvería a hacerlo”, declaró Sofía en una publicación.

Como era de esperar, para los estándares de la monarquía no era la candidata ideal a ocupar un corazón real. Carlos Felipe, a pesar de no ser el heredero, estaba comprometido desde hacía 10 años con una aristócrata –Emma Pernald– a la que se consideraba ya parte de la corte de Suecia por su procedencia, educación y sobre todo discreción, cualidades que la familia real y el pueblo suecos admiran. “No había conocido la magia del amor antes de encontrar a Sofía”, confesó Carlos Felipe. A lo que Emma respondió en una entrevista: “Yo sí sentí el amor durante los diez años que estuvimos juntos”.

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A finales de 2010, Sofía sorprendió en su cuenta de Twitter, con el siguiente mensaje: “¡No lo creerán, pero estoy saliendo con un príncipe!”. Pronto la prensa buscó entre los 20 hombres casaderos de sangre real y se destapó el nombre cuando lograron captar a la futura princesa saliendo de la casa de Carlos Felipe, que en ese momento no vivía en palacio, sino en un edificio de apartamentos en el centro de Estocolmo. Tras varios altercados familiares, el príncipe enamorado no solo continuó adelante con el romance, sino que se llevó a Sofía a vivir con él allí.

Contra todo pronóstico, en junio de 2014 el príncipe Carlos Felipe y Sofía anunciaron su compromiso en los jardines del palacio de Drottingholm. El rebelde príncipe le regaló a su prometida un anillo de compromiso que rompió con la tradición real: desde siempre, en Suecia, los novios se intercambian anillos de oro modestos durante el compromiso y reservan el anillo más importante el día de la boda. Sin embargo el novio trabajó en el diseño del anillo de compromiso con el joyero de la corte, WA Bolin, para crear un anillo con un diamante redondo rodeado de diamantes más pequeños engastados en una banda de pavé. Una gran sorpresa para Sofía.

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Un día antes del enlace, tras una hora de navegación por el lago Mälare, los 559 invitados fueron conducidos a la fortaleza militar de Skeppsholmen, donde la familia real sueca ofrecía una cena romántica cuyo dress code no fue de gala, sino de smoking para los hombres y vestido largo para las mujeres. Sofía lució un vestido celeste de Zuhair Murad.

El día del enlace, ante representantes de decenas de familias reales y del pueblo sueco que salió a las calles, las campanas de la capilla del palacio Real en Estocolmo repicaron felices al paso del carruaje nupcial. El príncipe y la modelo se convirtieron en los Duques de Värmland confirmando al mundo que los viejos cuentos de hadas pueden hacerse realidad.

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El príncipe Carlos Felipe vistió su uniforme militar del Cuerpo Anfibio Sueco, acompañado por la banda de la Orden de los Serafines y la Orden de la Estrella Polar alrededor de su cuello. Entre las damas de honor, estaba la princesa Estela de Suecia.

La novia lució un vestido de encaje -elaborado por el español José María Ruiz- y seda en tres tonos de blanco, con escote en pico y manga larga de encaje. La diseñadora sueca Ida Sjöstedt decidió completar el look con un velo largo con encaje en los costados y una tiara de diamantes con esmeraldas en la parte superior, regalo de bodas de sus suegros. Tanto en el ramo como en el cabello, Sofía llevó un trozo de mirto siguiendo una tradición de boda presente en la familia real sueca desde 1905, cuando la abuela del príncipe Alberto le dio a la reina Victoria una ramita de esta planta, símbolo de la buena suerte en el amor y en el matrimonio.

En la decoración de la Capilla Real, realizada por el florista de la corte –Claes Carlsson– y su equipo de 45 personas, se emplearon rosas, peonías, claveles, hortensias y fucsias.

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Aunque la Constitución sueca protege la libertad religiosa, la Iglesia Luterana es la religión del estado, por lo que ellos optaron por la ceremonia establecida añadiendo elecciones musicales personales que incluían desde una versión en sueco del tema Umbrella de Rihanna, y Fix You de Coldplay a un cierre final a ritmo de góspel con Joyful Joyful de la película Sister Act que provocó que muchos de los asistentes aplaudiesen y saliesen bailando.

Los novios hicieron un recorrido de media hora en carroza descubierta por el centro de Estocolmo mientras sonaban los 21 cañonazos que demostraban la magnitud del enlace. El trayecto finalizó en una de las alas del palacio real, junto al salón Vita havet (Mar blanco), donde se realizó el banquete. El baile posterior tuvo lugar en la galería de Carlos XI, que recuerda al fastuoso Salón de los Espejos de Versalles.

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Ambos lucharon por su amor y, después de 7 años de vida en la corte sueca y tres hijos en común -Alexander, Gabriel y Julian-, la duquesa de Värmland ha conseguido ganarse el corazón del pueblo y de la realeza.

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