Las musas de la dinastía Grimaldi. Antoinette de Mónaco: la pionera de los escándalos en Mónaco.

20 Ene 2025 | ESTA SEMANA, REALEZA

REDACCIÓN BOGA

Hablar de Antoinette de Mónaco, la hermana mayor del príncipe Rainiero III, es adentrarse en los secretos más turbios del Palacio de los Grimaldi. Su vida fue un constante desafío a las normas establecidas, marcada por amores prohibidos, decisiones impulsivas y escándalos que sacudieron los cimientos del principado.

Desde su juventud bohemia hasta sus relaciones polémicas y su obsesión por influir en la línea sucesoria, Antoinette no se conformó con vivir en la sombra. Su ambición y carácter indomable la convirtieron en una figura polémica y fascinante, un personaje que desafió el destino que la historia le había reservado.

Nacida el 28 de diciembre de 1920, Antoinette Louise Alberte Suzanne Grimaldi fue primogénita de la princesa Charlotte de Mónaco y del conde Pierre de Polignac. Descendiente de una cantante de cabaret y una lavandera, su linaje siempre fue motivo de controversia en un principado obsesionado con las apariencias.

Desde niña, Antoinette heredó la mentalidad rebelde de su madre, Charlotte, quien, pese a ser adoptada como heredera por el príncipe Luis II, nunca mostró interés por las responsabilidades reales. Lejos de los salones del palacio, Charlotte prefería una vida bohemia, dedicándose a causas sociales, un espíritu que su hija adoptaría con creces.

Mientras su hermano Rainiero se preparaba para convertirse en príncipe soberano, Antoinette se negaba a aceptar un papel secundario. Desde joven mostró un carácter desafiante, trazando su propio destino lejos de las rígidas normas palaciegas.

Antoniette de Monaco

La princesa Charlotte de Mónaco, retratada junto a sus dos hijos, la princesa Antoinette y el príncipe Rainiero III, en una estancia del palacio familiar.

Los amores prohibidos: pasión y escándalo

La vida amorosa de Antoinette de Mónaco fue todo menos convencional. Desde un romance clandestino con un teniente alemán durante la Segunda Guerra Mundial, hasta una relación con un tenista casado, sus decisiones sentimentales sacudieron al principado y alimentaron la leyenda negra que persigue a los Grimaldi.

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La princesa Antoinette y su hermano, el príncipe Rainiero III, disfrutando de una jornada de esquí acuático en la Riviera Francesa.

El teniente alemán: amor en tiempos de guerra

Durante los convulsos años de la Segunda Guerra Mundial, Antoinette, con apenas 23 años, se enamoró de un teniente alemán apellidado Winter. Este romance clandestino, que floreció en los jardines del Palacio de Mónaco, fue mal visto por la familia real, preocupada por las repercusiones políticas que podía tener una relación con un oficial enemigo.

Pero este amor estaba condenado desde el principio. Winter fue enviado al frente oriental, donde desapareció sin dejar rastro. Antoinette nunca volvió a saber de él, y el recuerdo de este primer amor trágico la acompañó durante toda su vida.

El escándalo del tenista casado: Aleco Noghès

Tras la guerra, Antoinette protagonizó otro escándalo amoroso, al iniciar un romance con Alexandre-Athenase Noghès, conocido como Aleco, un tenista monegasco casado y padre de un hijo. En una época en la que las mujeres de la realeza debían ser modelos de discreción, esta relación desafió abiertamente las normas familiares.

Winter fue enviado al frente oriental, donde desapareció sin dejar rastro. Antoinette nunca volvió a saber de él, y el recuerdo de este primer amor trágico la acompañó durante toda su vida.

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Aleco Noghès, destacado tenista monegasco, durante los Campeonatos Internacionales de Portugal en Lisboa (1942).

De su relación con Aleco Noghès nacieron tres hijos ilegítimos: Elizabeth-Ann, Christian-Louis y Christine Alix. Para Antoinette, estos hijos eran tan Grimaldi como su hermano Rainiero, y luchó para que fueran legitimados y reconocidos dentro de la familia real.

En 1951, Antoinette fue proclamada baronesa de Massy, y sus hijos recibieron el apellido de Massy, reforzando su posición dentro de la aristocracia monegasca. Sin embargo, su ambición de posicionar a Christian como heredero del trono quedó frustrada por completo en 1956, cuando Rainiero se casó con la actriz Grace Kelly.

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La princesa Antoinette de Mónaco junto a sus tres hijos, Elisabeth-Anne, Christian y Christine de Massy.

La rivalidad con Grace Kelly: dos mujeres opuestas

La relación entre Antoinette y Grace Kelly fue tensa desde el primer momento. Dos mujeres con caracteres opuestos: mientras Grace personificaba la discreción y la elegancia, Antoinette era un torbellino de emociones y ambiciones.

Según fuentes del palacio, las dos cuñadas no se soportaban. Grace veía a Antoinette como una figura incómoda, mientras que Antoinette despreciaba el protagonismo que Grace había adquirido en el círculo íntimo de Rainiero. Esta rivalidad llegó a su punto máximo tras el nacimiento del príncipe Alberto, que selló el destino sucesorio y acabó con las ambiciones de poder de Antoinette.

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La princesa Grace de Mónaco y el príncipe Rainiero III, junto a la princesa Antoinette, en una elegante gala en Montecarlo.

Jean-Charles Rey: un matrimonio político

Si su primer matrimonio con Aleco Noghès fue una declaración de independencia, su segundo enlace con Jean-Charles Rey, presidente del Consejo Nacional de Mónaco, tuvo repercusiones políticas mucho más profundas.

Celebrado en 1961, este matrimonio fue visto como una alianza estratégica para posicionar a Antoinette y su hijo Christian en la línea de sucesión. Rey, un político influyente, fue el verdadero cerebro detrás de los planes de Antoinette, pero las tensiones con Rainiero crecieron y, tras la crisis con Francia en los años 60, la pareja quedó alejada de los círculos de poder.

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La princesa Antoinette de Mónaco junto a su marido, Jean-Charles Rey.

El último amor y la última tragedia: John Brian Gilpin

El tercer matrimonio de Antoinette fue tan inesperado como trágico. En 1983, decidió casarse con John Brian Gilpin, un renombrado bailarín británico que era diez años más joven que ella.

La boda fue un acto simbólico para Antoinette, que celebraba su regreso a la vida social del principado y su libertad definitiva de la sombra de Grace Kelly. Sin embargo, la felicidad le duró poco. Apenas 40 días después de la boda, Gilpin falleció repentinamente en Londres, dejando a Antoinette devastada.

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La princesa Antoinette de Mónaco junto a su tercer marido, John Brian Gilpin.

Una vida al margen del protocolo

Tras su alejamiento del palacio, Antoinette se retiró a su finca en Francia, donde dedicó sus últimos años a causas benéficas y a la protección de los animales. Lejos de los escándalos palaciegos, vivió según sus propias reglas, dejando un legado de independencia y rebeldía.

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La princesa Antoinette de Mónaco en compañía de su hermano, el príncipe Rainiero III, durante un evento en el Principado.

Su legado: una figura pionera en la realeza moderna

Aunque Antoinette fue durante años una figura incómoda para la familia Grimaldi, hoy su legado es más valorado que nunca. El príncipe Alberto II, sobrino de Antoinette, reconoció públicamente su impacto, destacando su dedicación a causas benéficas y su compromiso con la naturaleza.

En un mundo donde las mujeres de la realeza estaban obligadas a ser figuras decorativas, Antoinette rompió ese molde, demostrando que ser una Grimaldi no significa conformarse con las reglas establecidas.

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La princesa Antoinette de Mónaco en sus últimos años.

La rebelde que soñó con el poder

Antoinette de Mónaco vivió una vida marcada por la lucha constante por la libertad y el reconocimiento. Desde sus primeros amores prohibidos, hasta su deseo de influir en la sucesión del principado, desafió las normas y pagó un alto precio por ello.

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Ceremonia fúnebre en honor a la princesa Antoinette de Mónaco, celebrada en la Catedral de San Nicolás en Montecarlo.

Figura fascinante y polémica, su historia sigue siendo uno de los capítulos más intrigantes de la dinastía Grimaldi. Una mujer que se negó a vivir en la sombra, y que, pese a sus fracasos, dejó un legado de valentía y autenticidad.

Fotografías: Cortesía.

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