Míriam & José Luis. Un encuentro casual en Madrid… Un amor “para siempre”
La historia de Míriam y José Luis comenzó en los pasillos de la Universidad CEU San Pablo de Madrid, donde ella estudiaba derecho y él finanzas. Desde entonces no han vuelto a separarse. Un día, en Gijón, frente al mar, José Luis se arrodilló ante Miriam mientras su hermano, cómplice, grababa el momento de la pedida.
El pasado 16 de julio contrajeron matrimonio junto al mar en la Iglesia de la Parroquia Mayor de San Pedro de Gijón, ciudad natal de la novia, donde fueron recibidos por un grupo de gaiteros regionales y rodeados por turistas. Para la ocasión, Míriam eligió un vestido de Valenzuela de corte clásico, con una larga cola, detalles en las mangas y botón joya en la espalda, a juego con los abalorios de sus sandalias Gucci. Los pendientes, son una joya familiar de la madre de la novia, de oro blanco con perlas y diamantes.
Del maquillaje se ocupó Laura Gesto y el peinado, coronado con un velo midi, un diseño también de Valenzuela, fue obra de Julio Suarez, de Peluquería Suárez. El ramo, un diseño de Doña Cúrcuma, era elegante pero sencillo. Estaba formado por tres hortensias de color burdeos, atadas a una medalla de oro de la Virgen de Covadonga. Para los preparativos la novia escogió una bata blanca con puños rosas y mangas troqueladas, diseñada a media por Ángeles Serrano – Alta costura Madrid.
José Luis llevó un chaqué de Bon Vivant que combinó con varios complementos, regalos de la novia: corbata de Loewe, gemelos de Montblanc y reloj de Cartier grabado con la fecha de pedida y el nombre Míriam. La madrina lució un vestido a medida y mantilla de Rosa Carboné. El padrino, por su parte, también vistió de Bon Vivant: un chaqué clásico con chaleco albero.
“Uno de los momentos más conmovedores fue cuando mi padre, tras acompañarme todo el recorrido hasta el altar, me retiró el velo y me dio un emotivo beso”.
La madre de la novia llevaba un vestido y un bolso diseñados por Poydel. Los testigos también llevaban chaqués de Bon Vivant. Por protocolo, el novio y padrino llevaban chaqués diferentes al resto. Los testigos y el hermano de la novia vistieron chaqué azul tinte con chalecos en diferentes totalidades. El hermano de la novia compartió color del chaleco con su padre, el padrino. La niña de arras llevaba un vestido rosa que es una prenda familiar utilizada en anteriores ceremonias de la familia.
Las invitaciones, de estilo clásico, fueron ilustradas por el padre del novio. Toda la papelería era de Little Moments Design. La ceremonia fue oficiada por el párroco Don Javier Gómez Cuesta, muy querido por los novios, que emocionó a los invitados con un discurso elogiando la pureza del amor. Durante la liturgia, el conjunto vocal e instrumental TeDeum fue el encargado de llenar de armonía el interior de la iglesia. La entrada de la novia fue con el Canon en Re Mayor. Además, el conjunto interpretó el Ave Maria en el ofertorio y la Salve Marinera en la bendición final, ya que la boda se celebró en el día de la Virgen del Carmen. A la salida de la iglesia un grupo de gaiteros interpretó el popular Asturias, Patria Querida para los novios.
Los novios hicieron una entrada triunfal al cóctel conduciendo un escarabajo descapotable. Levantados, entre aplausos, saludaron a todos los invitados, entre los que se encontraban sus familiares, amigos y miembros de la abogacía española, compañeros de Míriam, y de importantes entidades bancarias, compañeros de José Luis.
La celebración se trasladó al Palacio de la Riega. El lugar fue elegido por su encanto y por sus exclusivas vistas, pero también por su cocina, a cargo del Catering del Chef asturiano Nacho Manzano, que posee dos estrellas Michelín y tres Soles Repsol. Los invitados pudieron disfrutar de cocina en vivo de mariscos y del famoso “arroz con pitu”, entre otros platos. Tampoco faltó la típica sidra asturiana que fue, incluso, escanciada por la novia. La decoración floral corrió a cargo de la floristería Doña Cúrcuma. Un diseño con mucho verde y hortensias, la flor típica de los veranos del norte, además de la favorita de la novia.
Hubo numerosos momentos inolvidables: el Flying free en medio del cóctel con el que saltaron todos los invitados, la entrada de los novios en el banquete al ritmo de Viva la vida, de Coldplay, con una versión a medida de OKKA DJ, y la presencia del gran saxofonista Lugotti llegado directamente desde Ushuaia, en Ibiza, que puso el broche de oro a la fiesta. La pareja abrió el baile con Fly me to the moon, de Frank Sinatra.
“Dejamos para la última semana los ensayos y tuvimos que acudir al comodín de los padrinos a los que, muy a su pesar, sacamos a bailar”.
Los novios regalaron una pulsera de España a todos los invitados e hicieron una donación a Cáritas. También entregaron réplicas del ramo de la novia a los amigos que contraían matrimonio tras la boda. Míriam entregó, al final del banquete, su ramo a su mejor amiga.
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