REDACIÓN BOGA

Dice el refranero popular que “En la noche de San Juan, el amor baila al ritmo del fuego, sorprendiendo corazones con un mágico destino”. Está claro que los refranes populares existen por alguna razón, y la historia de Laura y Alberto parece confirmarlo.

“N

os conocimos por primera vez en la noche de San Juan y de inmediato sentimos una conexión especial; sin embargo, el destino decidió que nuestros caminos se cruzaran otra noche a mediados de julio de ese mismo año y comenzó una historia de amor que ya lleva diez años.

Parece que fue ayer, pero en realidad han pasado tres años desde aquel día inolvidable. Después de disfrutar una tarde en nuestra cala secreta, decidimos escalar una cima para disfrutar del atardecer. De manera inesperada, tal como sucede en las películas, Alberto se arrodilló y formuló la pregunta que marcaría un antes y un después en nuestras vidas.

Los nervios me invadieron de regreso al hotel, mientras observaba el anillo de compromiso y me preguntaba si estaba viviendo un sueño del que pronto despertaría. Pero no, era real. ¡Estábamos comprometidos! Como es de esperar, la noticia no tardó en compartirse con nuestras familias, y al regresar, organizamos una cena sorpresa para nuestros amigos.

“El 16 de julio, festividad del Carmen, es una fecha muy especial para nosotros debido a varias coincidencias significativas. Es el día de la patrona de los marinos, la profesión que desempeña Alberto. También marca el cumpleaños de nuestras abuelas y el día en que aprobé mi oposición.

Por una de esas casualidades, o quizás no tan casual, el Pazo do Mosteiro solo tenía disponible esa fecha en julio. Y, como si estuviera escrito en las estrellas, resultó ser un sábado, el día de la semana que siempre quisimos para nuestra boda.

Con la emoción de hacer realidad sus sueños, Laura comenzó a convertir sus deseos en hechos. Planificaba cada detalle con entusiasmo: cojines personalizados con sus iniciales y fecha bordadas para la zona de descanso, conos de pétalos inspirados en uno de los cuadros más icónicos de su casa, un libro de firmas, pañuelos para la iglesia, los trajes de los pajes (con la ayuda de su tía Mari), las invitaciones de boda, cuadros para cada mesa en la zona de aperitivos y, por supuesto, su propio vestido.

“No me veía probando modelos en tiendas. Quería algo que representara mi estilo y personalidad, con un significado especial. Mi madre, apasionada del dibujo, capturó a la perfección mi idea en un boceto. Luego, llevamos ese diseño a Nieves Romero, quien lo convirtió en el vestido de mis sueños: falda abullonada de organza, media manga abotonada y espalda descubierta. Para el banquete quisimos agregar algo que combinara bien con mi vestido, dándole un toque de dinamismo, así que creamos un chaleco de organza similar a las mangas del vestido acompañado de un tocado de velo”.

Si algo no podía faltar, era el ritual que toda novia tradicional debe llevar. Como algo nuevo, los pendientes, un regalo y diseño de su madre; como algo viejo y prestado, el velo que en su día lució su madre, una de las piezas de su vestido con mayor valor sentimental; como algo azul, el lazo del ramo que envolvía la medalla realizada con el oro de las alianzas de sus abuelos, con la inscripción “Hoy te acompañamos desde el cielo”. 

A solo un mes de la boda, Laura recurrió a Estela, la fundadora de Estilismo Hair Spa Salón , en busca del peinado ideal que realzara su vestido. Juntas se decidieron por una coleta natural y cómoda que se adaptaba perfectamente a su personalidad. Para completar su look, Laura confió en Patri , su gran amiga, para un maquillaje discreto y natural que logró capturar exactamente lo que buscaba.

“Desde el principio tuve clara la decoración floral en tonos verdes y blancos, con el eucalipto, la paniculata y las hortensias como protagonistas, ya que siempre han sido mis favoritas. Después de varias conversaciones y visitas al taller floral de Augaluz, Marisol logró plasmar a la perfección mi gusto e inspiración”.

El traje de Alberto, al igual que los chaqués de nuestros testigos, padrino y algunos invitados, llevaba el sello distintivo de Sastrería Ces, un entrañable amigo de la familia desde hace años. Como complemento lució unos gemelos con sus iniciales grabadas y un pañuelo en tonos ocres que le regalé el mismo día de la boda, bordado con una de nuestras frases favoritas”.

Nuria Cervera, la chef a cargo del banquete, cautivó a los invitados, no solo con los diecinueve exquisitos aperitivos de la zona de cóctel, que incluían la emblemática mesa de quesos que tanto caracteriza a los novios, los dos puestos de jamón y pulpo, sino que también los sorprendió con un menú excepcional.

“La música fue un elemento esencial en nuestra boda, y el Grupo Insieme supo crear una atmósfera mágica en cada momento interpretando versiones de Coldplay que nos emocionaron profundamente, como fue mi entrada con Can’t Help Falling in Love, cantada por Laura, integrante del grupo, que logró versionar fielmente a Kina Grannis, o Viva la Vida durante nuestra salida”.

Al llegar al pazo, nos recibió la energía de Mamma Mia en directo, y durante los pinchos disfrutamos de la música en vivo de un dúo de guitarra y saxofón del mismo grupo, que versionó una lista de veintidós canciones con un significado especial para nosotros. El mismo saxofonista nos acompañó en la entrada al banquete con Fantástico de Love of Lesbian, nuestra canción favorita.

Durante la cena, un hilo musical con canciones de los ochenta y noventa nos transportó a otra época.

Para nuestro baile nupcial elegimos Disfruto de Carla Morrison, y para el baile con los padrinos Baby Can I Hold You, de Tracy Chapman. Todo ello bajo una lluvia de fuegos artificiales y bengalas que iluminaban cada paso. Finalmente, Anxo Silva y Gabri Alonso, se encargaron de proyectar la mejor fiesta para nuestros invitados, creando un recuerdo inolvidable. 

Cuidamos cada detalle para crear diferentes espacios que reflejaran nuestra personalidad y encantaran a nuestros invitados. Para los pinchos, personalizamos gorros de paja que se convirtieron en un divertido recuerdo. En la zona infantil, un tipi a juego con los manteles y un viejo baúl lleno de palomitas y caramelos despertaron la imaginación de los más pequeños. 

Durante la fiesta, las alpargatas esperaban a los pies de los invitados para que disfrutaran del baile sin preocupaciones. Y para los más atrevidos, la zona «brilli brilli» era un paraíso de purpurina, gemas para la cara, tatuajes con nuestra frase favorita y la fecha de la boda, gafas, luces LED y accesorios para todas las edades. 

Un artista completaba la diversión creando caricaturas en directo para los más animados. La mesa dulce, obra maestra de mi suegra, fue un sueño hecho realidad. Una tarta de profesora, guiño a mi profesión, y otra de marino, homenaje a la de mi marido, compartían protagonismo con nuestras delicias favoritas: las roquitas de chocolate y la tarta red velvet, entre otras delicias.

“Hoy, miramos hacia atrás con nostalgia y alegría por el camino recorrido, y miramos hacia delante con ilusión y esperanza por todo lo que está por venir”.

Imágenes: Petit de la Crème | Videógrafo: Alejo Rodríguez

¿Te gustaría que contáramos tu boda? ¡Escríbenos!